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~ CUARTETO ‘EL ESPÁRRAGO’

Si la trucha pudo dar nombre a un quinteto con piano, ¿por qué no iba a hacerlo el espárrago blanco para este reportaje coral en forma de cuarteto? Por bautizar, que no quede. Para un tronchista y tronchófago como yo, que se pirra por tallos y pencas (de brócoli, de acelga, de alcachofa…), todo espárrago es un delirio. Como cada mayo, peino Palma en busca de mi ingrediente top de primavera, preferencia compartida con la dulce mora de árbol, que suelo cosechar personalmente en el parking del hospital Son Llàtzer. Mora fresca mallorquina más espárrago navarro: dieta esquizoide y vegana que golpea las aldabas del verano.

Toni Perelló firma este plato de espárrago.

Rafa Perelló firma este plato de espárrago.

Con mayonesa de miso, naranja sanguina y huevas de salmón, de BÀRBAR. Afino el paladar y arranco este cuarteto en el flamante BàrBar, abierto hace dos meses escasos y con Rafa Perelló (ex-Son Brull) al frente de los fogones. Es la nueva apuesta del Grupo Amida, que también regenta La Bodeguilla, Periplo y la coctelería Nicolás. El chef cuece los espárragos al vapor en bolsa de vacío con leche y mantequilla para mitigar el deje amargo: media hora a 85 grados. Justo antes de servirlos, les da un toque de brasa. Los acompaña de gajos y reducción de naranja sanguina, huevas de salmón, eneldo y una suave mayonesa enriquecida con miso. Se agradece que predominen las yemas en el plato. Buscando reforzar la frescura cítrica de la receta y compensar su cremosidad, Bertin Slavov, jefe de comedor, escoge un riesling seco de Markus Molitor. C/ Concepció, 3

Plato de Alberto Serrano y María José Calabria.

Plato de Alberto Serrano y María José Calabria.

Con brandada de merluza, gamba blanca y su escabeche, de CASA MARUKA. En una casa de comidas tan atenta a la estacionalidad, no podían faltar los espárragos blancos. Alberto Serrano les da una doble cocción: primero, y a fin de restarles amargor, los blanquea en agua, azúcar y leche -partiendo de frío, dos minutos de hervor- para pasarlos enseguida a un segundo recipiente y darles otros 3-4 minutos. Los retira y deja que se acaben de hacer con el calor remanente (no los enfría). Acaba los tallos con un golpe de parrilla y los emplata sobre una cama de brandada de merluza. Encima monta tres gambas blancas sólo atemperadas en salamandra. En el fondo del plato, un escabeche ligero elaborado con las cabezas y vinagre de arroz. Espolvorea con quinoa frita para darle el toque crunchy. Y María José Calabria atina con «la solución rosa», subtítulo del Dido Rosat 2021, rosado con larga crianza de Montsant. C/ Reina Maria Cristina, 7

El espárrago blanco, según Toni Martorell.

El espárrago blanco, según Toni Martorell.

Con huevo poché, pomelo y holandesa, de VIDA MEVA. Como entrante de uno de sus siempre recomendables menús, Toni Martorell propone esta cremosa combinación de espárrago navarro con salsa holandesa, huevo escalfado, pomelo rosa y minicostrones de pan frito. Los cuece en agua condimentada con sal y azúcar (a partes iguales) durante siete minutos y los deja enfriar sumergidos otros treinta, con lo que quedan tiernos pero con suficiente mordisco. Además, en la base del plato va una parmentier de patata, puerro y espárrago: el conjunto pide cuchara y mojar pan -¿y qué es, si no eso, la buena cocina? El de hogaza, elaborado magistralmente por el chef, es perfecto para rebañar sin piedad. Entre bocado y bocado, sorbo de Aus Orange 2022, ecológico de pansa blanca (bodega Alta Alella) con que Noe Vidal, a cargo del servicio, hace resonar los matices cítricos. C/ Socors, 23

La receta con espárrago de Andrés Benítez.

Con gamba roja y almendra, de BOTÀNIC. Cuatro son los ingredientes fetiche de Andrés Benítez, chef del hotel Can Bordoy: dos de verano, tomate y berenjena; dos de primavera, alcachofa y espárrago blanco. También de tierras navarras, acopla éste último a la despensa local para combinarlo con gamba roja en crudo (aliñada con el jugo de sus cabezas) y crema de almendra, más toques de curry y lima. Escalda los espárragos durante minuto y medio y los enfría rápidamente para cortar la cocción y dejarlos tiesos y crocantes. Obviamente, para conseguir esta textura al límite (muy lograda) utiliza sólo las puntas, que acompaña de unas finas láminas -casi transparentes- en crudo. Alba Rueda acierta con el Oloron Chardonnay 2016, monovarietal que sintoniza con el acento dulce de la gamba y con el especiado chutney hecho con los recortes de los tallos. C/ Forn de la Glòria, 14

~ LOS DIEZ DE AJONEGRO EN 2021 (I)

2021: otro año rarito y tirando a largo. El año en que todo volvió a ser -por unos meses- como antes de la calamidad vírica y su plaga de remedios. Pese a las erráticas y drásticas restricciones (aquí siempre en pro de los hoteleros), ha habido ocasión de moverse con relativa libertad entre mayo y noviembre, y eso nos permite cumplir con la quinta entrega de esta antología. Como cada fin de año, diez pistas para no pinchar, diez garitos muy dispares, siempre con alguna barra y alguna que otra novedad. Por si las moscas, vuelvo a advertir de que esto no es un ranking, ni una lista de favoritos.

Tomeu Martí: quince años ya al frente de Arume.

ARUME. Si desempaño mi bola de cristal, algo me dice que 2022 será el gran año de Tomeu Martí, cocinero al que vigilo desde sus lejanos tiempos como jefe del Tahini. En febrero piensa retomar su añorado menú-degustación -interrumpido por mor de la pandemia- para seguir glosando platos populares (sean migas o callos) desde su enfoque hispanoriental. Este año no ha dejado de multiplicar los nigiris y los peces en su acogedora barra del Arume, al fin nuevamente operativa. Conviene atender a sus sugerencias fuera de carta, como por ejemplo el tataki de salmonete con crema de codium, caviar y sunomono de tomate, o la ventresca de atún atemperada en tosazu con pasta de yuzu y chile. Maestría, sutilidad y perseverancia. En el centro de Palma.

 

Tarta de queso, té matcha y cítricos, de Botànic.

BOTÀNIC. No es fácil para un chef de hotel concordar lo que él pretende con los caprichos de dirección, huéspedes y pasantes. Pero a la tercera (temporada), va la vencida: tras varios reajustes tanto en estilo como en oferta gastronómica, Andrés Benítez ha encontrado voz propia (y apropiada) en Can Bordoy. ¿Qué ofrece en esta lujosa posada urbana? Una especiada, apetitosa y saludable cocina en que descuellan los vegetales locales (plant forward: la proteína cárnica en rol secundario) y las condimentaciones exóticas: calabaza rellena de tartar de gamba con suquet thai y costra de azafrán. Ya no le haría falta incidir en los superalimentos de moda. Interior de atmósfera british y uno de los patios con más encanto de Palma. Junto a Drassanes.

 

Raya a la mantequilla con alcaparras, de Cabòria.

CABÒRIA. Hace falta valor para estrenar lo que sea en tiempos que pintan (o nos pintan) tan sombríos, pero ¿acaso vale la pena vivir con miedo? Los gemelos Jesús e Isaac García se liaron el mandil a la cabeza y abrieron su bistró en Menorca a finales de junio, justo antes de que estallara una temporada apoteósica para la isla: tres agostos seguidos. Ambos cuentan con un recorrido profesional de aúpa: entre otros, Hisop, Mugaritz o, ya en casa, Mon, la fonda de Felip Llufriu. Larga etapa de aprendizaje y humildad suficiente para alzar el vuelo sin pegársela. Hay carta, menú diario a 21€ y degustación de siete pases a 57. La deliciosa raya a la mantequilla con alcaparras de Jesús García es uno de los platos que más he disfrutado este año. Centro histórico de Ciutadella.

 

Detalle del comedor de Cantina Panzà.

CANTINA PANZÀ. No se engañen, no estamos ni en una estación ni en un cuartel, sino en el florido hotel Sant Jaume. Aun así, la carta creada por Javier Gardonio y Fernando Arellano (Zaranda) da para un picoteo informal y populista: patatas bravas, croquetas, tortilla de patata, frituras de pescado, all i pebre de pulpo… En un ambiente elegante, eso sí, de parroquia bien y con menú a 19 euros. Para amigos de darse panzadas -no es mi caso-, hay callos con pata y morro (muy recomendables), arroz seco de pollo y gambas, fabes con ostras o tierno onglet de ternera (nuestro floquet) con piquillos confitados y holandesa de mahonés. Gardonio borda un postre en pleno revival: babá al ron con espuma de vainilla y frutos rojos. En el barrio de Sant Jaume.

 

Julián Mármol, chef-asesor del nuevo Godai.

GODAI. Junto al citado Cabòria, otra de las aperturas más sonadas de Menorca ha sido este japomenorquín dirigido por Julián Mármol. El chef madrileño de Yugo The Bunker ha amerizado en la acogedora azotea del hotel Suites del Lago de la mano del Grupo Moga, afincado también en Valladolid y Las Palmas. Después de las delicias de Takaaki Sugita, su fundente nigiri de kamatoro (pieza entreverada del cuello del atún) es de los mejores sushis que he probado. Minoruka, el nombre de su menú-degustación (15 pases a 135 euros), alude a la conjunción entre su estilo y la despensa insular: carabinero en tempura con salsa de su coral, gyoza de cap-roig (cabracho) o gunkan de tuétano con tartar de vermella (ternera local). En el lago de Cala en Bosc.

 

~ EN EL JARDÍN BOTÁNICO

Andrés Benítez, chef de Botànic.

Andrés Benítez, chef de Botànic.

¡Aleluya: callejear por Palma a las 20:15 horas sin sentirse un espectro o un maleante ya es misión posible! Los lectores nativos se acordarán de lo tediosa que ha sido esta capital mediterránea al menos hasta los primeros compases del siglo XXI. Una ciudad beata, sin terrazas, sin alma a la vista a partir del cierre comercial y donde bares y restaurantes eran habas contadas. Sólo se oían campanas y, de vez en cuando, el golpeteo de los cascos de un caballo arrastrando indolente su maldita calesa. Los domingos por la tarde se doblaban los suicidios. En diez años, la mutación ha sido notoria y ahora ya podemos presumir de cierta vida urbana y hasta de diversidad gastronómica. Ya no hay por qué escoger entre el perrito del Alaska o las tapas de La Cueva de los Hnos. Nieto, dicho sea sin pizca de animadversión hacia estos dos supervivientes. La metamorfosis pinta bien, pero el coste es alto (gentrificación, sobre todo) y algunas zonas se han desprendido de toda su gracia, como Atarazanas (la humilde plaça de la Drassana), donde tan a gusto perdimos lo mejor de nuestro tiempo en el Puput, el Sótano Sur y otros bares que ya pasaron a peor vida. Algunas alcobas del nuevo hotel Can Bordoy (grand house & garden) tienen vistas a esta plazoleta turistificada. Y aquí, justo frente al Forn de la Glòria, me planto para celebrar la nueva etapa laboral del cocinero Andrés Benítez, mano derecha de Tomeu Caldentey durante siete años. Ahora le llega al pupilo el trance de despegar y emprender vuelo en solitario, a sabiendas de que el sol funde la cera.

Zanahoria y coliflor con crema de botifarró y tocino ibérico.

Zanahoria morada, coliflor, botifarró y tocino ibérico.

No es plaza fácil, la que le ha tocado en suerte a Andrés Benítez, pero sí una perita en dulce. Planificar, coordinar y ejecutar la oferta gastronómica de un nuevo hotel de 24 habitaciones con carta all day acarrea mucha faena, sobre todo si uno es de condición autoexigente. Tampoco es una posada cualquiera: es acogedora y elegante como pocas y además esconde (y luce) el jardín urbano más grande de Palma. Aparte de desayunos, tiene especialidades ‘del horno’, como el llonguet de sepia con sobrasadada; carta de tapas, como los buñuelos de morena con mahonesa de cúrcuma; sugerencias de mercado, como un arroz meloso de gamba y verduras, o capítulo dedicado al señor huevo campero con propuestas como el revuelto de tofu con boniato, col y chucrut. Mención aparte merecece el capítulo de ‘combos’, revisión genial del viejuno plato combinado, que el chef actualiza con criterios dietéticos y concesión a la moda de los presuntos superalimentos: aguacate asado al carbón con pasta del almendras al curry rojo, bimi y lentejas beluga salteadas. Por si fuera poco, a Benítez le queda por estrenar el afternoon tea con repostería saludable y, a principios de marzo, su menú-degustación de siete pasos. Todo eso es Botànic. Gracias a la cortesía del chef, ya he podido saborear el tráiler de esta última fórmula, que en principio se servirá sólo en fin de semana. Cito tres platos a modo de muestra y avance: zanahoria morada con coliflor, crema de botifarró y tocino ibérico, una síntesis moderna entre el frito de safarnària y la coliflor ofegada; lomo de mero con bulbo de hinojo y risotto de quinoa negra (en pilpil de pescado), y boniato con lengua de ternera, cebollitas y salsa de mostaza antigua (la proteína, en segundo plano). Atentos al valiente trabajo, sobre todo con vinos mallorquines, del sumiller romano Emiliano Mei. Y acabo con un vaticinio: este será, a partir de primavera, el año de Andrés Benítez.