Archivo de junio 2023

~ GASTROMANÍA (28): ‘Las margaritas’, de Vera Chytilová

Cartel de Sedmikrásky (1966).

«Si no fuera por las mujeres, el mundo estaría lleno de señores», escribí hace ya unos años. Y aquí lo mantengo: el mundo estaría (¿está?) lleno de absurdas formalidades y, lo que es mucho peor, de leyes hechas para apuntalar las estructuras de poder. Ese mundo establecido por señores mandamases salta en mil pedazos (o porciones) y se convierte en detritus gracias a las gamberras ocurrencias de las dos marías que protagonizan Las margaritas (o Locas margaritas), «documental filosófico en forma de farsa», según definición de su realizadora, Vera Chytilovà. La artista checa creó en 1966 este inspirado collage audiovisual con la comida como hilo conductor y pretexto para poner en solfa al establishment comunista y a una sociedad que ya por entonces era machista, injusta y belicosa. Ahora parece que vamos cambiando para peor y el hedor de la intransigencia reaccionaria empieza a extenderse al mismo tiempo que la nueva burocracia digital. Justamente fue el «desperdicio alimentario» la excusa que pusieron las autoridades soviéticas para prohibir este film sanamente delirante y vetar a su directora. Nada más empezar la historia, y en una suerte de revelación, las dos muchachas sentencian que el mundo está total e irreparablemente corrompido y que van a ponerse a su nivel: van a jugar a ser malas y hasta perversas. Así arrancan sus peripecias marginales en busca de diversión y así transforman al instante ese mundo nauseabundo para adultos (veáse varones paternalistas y patriotero-patriarcales) en un jugoso plato combinado que reúne hedonismo, ansiedad, inocencia, transgresión y alegre caos. Aderezado todo con unos pellizos de psicodelia y buenos puñados de anarquía gastronómica.

Las actrices Jitka Cerhová e Ivana Karbanová.

La escena de la borrachera en el cabaret resume muy bien la combinación de mimo, danza y slapstick que interpretan Jitka Cerhová e Ivana Karbanová en papeles que se anticipan al fenómeno de las riot grrrls. Estas dos ‘chicas disturbio’ engañan (y desesperan) a patéticos abuelos y sugar daddies para poder comer en restaurantes de postín y se mofan de la feminidad y del tonto enamoramiento, esa cursiforma de acoso con múltiples daños colaterales. Como buenas amigas, comparten amantes, tragos y viandas en una sociedad en la que, como «todo el mundo miente», ya nadie se da cuenta de las mentiras. «Eso es algo que no entiendo. ¿Por qué se dice ‘te quiero’? ¿Por qué no se dice, por ejemplo, ‘huevo’?», escupe una de ellas. La larga escena final, que se desarrolla en una sala de banquetes con un opulento buffet, está entre lo mejor del cine gastronomicómico: el vandalismo de las dos marías alcanza su clímax con una danza inolvidable y una reparación de daños magistral. Y todo acaba como empezó: con crudas imágenes de bombardeos. Porque Sedmikrásky es, en palabras de su directora, «una alegoría de cómo el mal no se manifiesta necesariamente en una orgía de destrucción causada por la guerra y de cómo sus raíces pueden estar ocultas en las maliciosas jugarretas de la vida cotidiana”. Para remachar su sátira, Vera Chytilová se la dedica «a aquellas personas que sólo se indignan ante una nimiedad [o lechuga] pisoteada». Sólo nos queda orar a la diosa Ártemis para que las mujeres no quieran convertirse en señoras.

La psicodélica escena de las tijeras, tributo al collage.