~ NACE LA HERMANDAD BORBÓNICO-TORERA
Auspiciada por este blog, la cofradía gastroñómica Hermandad Borbónico-Torera se presentó ayer en sociedad tras una opípara merendola-cena en un reservadito de La Quisquilla de Oro. Reputados notarios, matasanos, publirreportajistas, rejoneadores, penalistas, piolines, timadores y triperos sin escrúpulos celebraron a manteles el encuentro inaugural de esta peña de palmeros moñárquicos. Entre los objetivos del nuevo círculo groumet, tal vez el más relevante sea «reconquistar para el sector restauración las recetas patrias vilmente arrinconadas por la globalización y el separatismo culinarios», según palabras pronunciadas con dos cojones por su excelentísimo presidente, Casquero Blanco. Se respiró un sanote ambiente de puro habano, procacidad viril y ocurrencia chocarrera; se desafinó de lo lindo a la hora de canturrear (sobre todo en el pasodoble El tío Caniyitas) y las alabanzas al buen yantar rozaron el delirio, pero siempre en un tono muy campechano, navideño, digno y elegantón. El menú dejó sin palabras a los comensales, más que nada por la trompa que se agarraron, y se regó sólo con regios tintos de nombre principiado por barón o marqués. ¡Como está mandado, coooño!
El guisandero-jefe de La Quisquilla de Oro se lució con el festín, sin escatimar ni en gramaje ni en calorías. De entrantes, frito de sangre de cordero (de Dios), ensaladilla nacional (con sus buenas aceitunas sevillanas) y tortilla ñorda (rellena de huevo duro). Siguieron unas patatas a la riojana, manjarosas pero más picosas que un par de banderillas en toa la nalga y, ya como plato principal, guisote de rabo de toro bravo, estofado a la manera tradicional según la receta originaria de nuestra españolísima y bella Córdoba. Los más tragaldabas aún dieron buena cuenta de una caldereta de cabra vieja que estaba para quitarse la gorra y el tricornio. De postre, crema catalufa (requemada) y turrones de almendra de la famosa casa alicantina La vida es dura pero tenemos una buena dentadura. No faltaron, tras el capítulo dulce, los pelotazos, los chistes chuscos, los picantes chascarrillos, las arengas… Paco Molleja, vicepresidente de la Hermandad Borbónico-Torera, deleitó a los cofrades con unas babosas palabras en defensa de la Corona y anunció la creación de unos premios gastroñómicos que servirán para devolver lisonjas, mercadear con favores y hacer amigos (con quienes, ya de paso, cerrar algún negociete). Además, Molleja informó del lanzamiento del gastroboletín Katana y Cebollero, dirigido a captar feligreses para la nueva cruzada groumet y, por descontado, meter cuatro anuncios. En este noticiero no faltarán ni gacetillas insulsas ni reseñas zalameras… ¡y habrá fotonoticias chorras a porrillo! Como colofón, los socios entonaron Prietas las filas y destrozaron villancicos varios, como ese de Trínchame el pavo, papito. Una velada ardorosa y que sin duda será el preludio de muchas tragantonas y curdas en pro de nuestras más rancias tradiciones.
PD: ¡Qué estiloso me ha quedao, leches!