Archivo de enero 2024

~ LOS DIEZ DE AJONEGRO EN 2023 (y II)

Canelones de setas, de María Moreno.

GAUDEIX. Antes de que el barrio de mi infancia sea engullido por los buitres como selecto town centre, es tiempo de celebrar la apertura de pequeños negocios como el de María Moreno. Reapertura, en realidad, ya que en 2021 tuvo que emigrar del hoy inasequible Puig de sant Pere hasta Blanquerna. Por suerte para el común, lo que era un gastrobar de tapas para guiris se convirtió en una fonda de barrio con menú del día y talleres culinarios. Un miércoles gris de noviembre comí ricas lentejas castellanas (con chorizo), canelones de setas y plátano estofado con toffee (20€ con pan y agua), y el día ganó en color y en calorías. Mantiene en carta varios clásicos premudanza, como la coca de chipirones, el croquetón de rabo y foie o los huevos rotos con puntas de solomillo. Cocina sin aspavientos. A 50 metros de Blanquerna.

 

Tatin de tomate, de S’Era de Pula.

S’ERA DE PULA. Olvídense de los espaguetis boloñesa (y otros tentempiés para golfistas) y arriesguen en su comanda por respeto al tándem fogonero: Marga Brunet, que comandó el catering del Barça, y su escudero, Bernat Reinés (exClandestí). Buenos fichajes de Arnau Sala, que haría bien en consolidar equipo. Por cierto, conozco esta campa emmental (con hoyos) desde el siglo pasado, cuando Antonio Navarro daba avestruz con salsa de hongos y un postre que fue bautizado como Lady Charlotte por Johan Cruyff, parroquiano de Pula Golf. Ahora hay que empezar con las croquetas de jamón y, si es verano, seguir con la tatin de tomate cor de bou, el tumbet con huevo frito (tienen amplias huertas y corrales) y el suquet de salmonete con ñoquis de azafrán. En otoño, liebre a la royal con setas. Entre Son Servera y Capdepera.

 

Araña frita, de Ses Oliveres.

SES OLIVERES. ¡Sin sobresaltos, que para eso se inventaron las balanzas y los porcentajes! En este restaurante solleric, el cliente puede zambullirse en el deslumbrante expositor de criaturas de Neptuno, atrapar a dedo las viandas y asistir a su pesaje. Este es el modo de obrar y la filosofía (transparente y cabal) de Bruno Sellés, timonel con larga travesía como maître y sumiller. No costará lo mismo, obviamente, una humilde y hermosa araña de roca (para freír entera) que un aperitivo de carabineros plancha seguido de una sartén de langosta con huevos, patatilla y sobrasada. En fogones, Salvador Bauzà se afana en cumplir con el aluvión de peticiones: calamar a la brasa, fideuà negra con gamba roja, mero asado, arroz seco de centolla, cabracho a la espalda… Todo como mande el cliente. Primera línea del Port de Sóller.

 

Joseba Salamanca y Fermín, en S’Oli 13.

S’OLI 13. Penúltimo reducto de una Palma que se desfonda, la taberna de Joseba Salamanca sobrevive como puede en una plaza tan céntrica como recóndita. No esperen servilletas de hilo, ni platos con texturas, ni menú del día, ni siquiera simpatía… Pero sí ambiente bohemio, personajes bizarros, pizarra de sugerencias de mercado (el cocinero es asiduo) y buena música. Suele tener algo de pescado fresco, cuchareo y casquería: lentejas con manitas, sesos rebozados, mollejas con patatas fritas, fava parada (en invierno), marmitako (en verano), excelentes callos, txipis en su tinta… Su reservado ha sido testigo de idilios, pactos y trifulcas. Mientras siga ahí, disfruten de esta tasca, aunque sólo sea por compartir unos mejillones picantitos en la barra. Y no se me duerman, ¡que esto se acaba! En el Banc de s’Oli.

 

Santiaguiños plancha, en The Wine Side.

THE WINE SIDE. Arrancaron en el Port d’Alcúdia, abrieron filial en Palma hace trece meses y ahora se centran sólo en la capital. Son madre e hijo: Joana Maria Valls, en cocina, y Toni Cabanellas, de sumiller y anfitrión. Leo hasta 25 propuestas en la pizarra de su terraza bajo soportales y esto es lo que más me tienta: txangurro al horno, muy bien trabajado; santiaguiños a la plancha, manjar de aúpa, y lenguado -repleto de huevas- con verduritas. Como ya se ve en esta comanda, la mercancía gallega y cantábrica compite con la de las lonjas locales, que aportan chipirón, gamba roja extra, jonquillo, pargo, dentón, san Pedro con cebolla… Rindiendo honores a su nombre loureediano, recomiendo un lento garbeo por su lado vinícola. Servicio muy atento y zona de gastrobar para picoteo. Sector sur del Passeig Mallorca.

~ LOS DIEZ DE AJONEGRO EN 2023 (I)

Conforme a su talante tradicionalista y disciplinado, este blog tan cumplidor vuelve a cerrar el ejercicio con su antiranking de tascas y restaurantes. Un ramillete de diez garitos (sin ningún repetidor) donde Ajonegro ha comido y bebido a placer en algún momento de 2023, otro año divertido, calamitoso, desconcertante y, para lo funesto y lo prodigioso, hasta inverosímil. Un año apocalíptico, pero no lo bastante. Vamos con esos diez por riguroso orden analfabético:

Cordero con membrillo, de Can Carrossa.

CAN CARROSSA. Nadie se acuerda de Joan Abrines cuando se trata de repartir premios y luceros. Por eso me gusta ir recordando que en 1982 fue pionero del menú sorpresa de cocina mallorquina de mercado, una fórmula entonces suicida (espantó a la clientela), pero que acabaría extendiéndose por toda la comarca y más allá. Jubilado de su labor docente y casi de los fogones, ahora es su compañera, la marroquí Halima Oudades, quien lleva el peso en este celler centenario de Lloseta. Ella aprendió de su madre y de su hermana mayor, que guisaba en palacio para el rey Hassan II. Vayan a probar su pastela de faraona (gallina pintada) y su glorioso cordero braseado con cebolla tajine style. Y si pueden charlar un ratito con Joan Abrines, aprenderán de cocina más que en mil ponencias. Al lado del Palau d’Aiamans.

 

Salmonetes con café y olivas, de Cascall.

Salmonete con café y olivas, de Cascall.

CASCALL. Le ha costado sus añitos, pero parece que el neobarrio palmesano de sa Gerreria va cogiendo ritmo y sabor. Aquí reseñamos dos de sus aperturas más apetitosas. Josep Clar e Itziar Seara, que se conocieron en el Guggenheim bilbaíno, vienen remando desde hace quince meses en la trainera del Cascall. Pese a las mareas, se mantienen a flote con una breve carta inspirada en las raíces del cocinero. Así, predominan las recetas mallorquinas, que pueden ceñirse al original (fideus de vermar, frit) o glosarlo: lengua con salsa de alcaparras, rúcula y gínjols (azufaifa). También hay platos que marcan su vena más creativa y mulata, como el salmonete con café y olivas trencades, la melva con pesto, sobrasada vieja y flores de hinojo o el verderol (pez limón) con aguachile de caqui y jalapeños encurtidos. Junto al bar Flexas.

 

La terraza de Ca Ses Sauerschell’s.

CA SES SAUERSCHELL’S. No es fácil que un restaurante sin relevo generacional resista más de veinte años. Por suerte, las tres hijas del chef Josef Sauerschell le han dado una vuelta y una nueva vida al negocio familiar de Deià (Es Racó des Teix, abierto en 2000) sin renunciar a sus genes. Volaron los manteles, pero el maestro alemán sigue supervisando toda la manduca y eso es garantía de suculencia. El escenario es el mismo, una terraza para quedarse a vivir, y la carta se ha hecho popular: salmorejo con sandía, boquerones en aceite de hierbas, ravioli de pescado ahumado con cebollino, llampuga a la sartén con ratatouille, lomo de cordero con hierbas, currywurst de ternera blanca, coq au vin… Tienen cocineros invitados, brunch dominical, bookcrossing y actuaciones musicales. En la cuesta de Sa Vinya Vella.

 

El arroz marinera de Cuina Vivant.

El arroz a la marinera de Cuina Vivant.

CUINA VIVANT. Lo dicho: sa Gerreria se despabila aunque sus alquileres ya sólo estén al alcance de nuevos nórdicos ricos y árabes con petrodólares. La sumiller Pilar Palou y el cocinero Tomás Ketlun abrieron aquí casa propia en marzo de 2023 tras años de vida laboral entre Londres y Mallorca. Predican con el ejemplo el aprovechamiento máximo de la materia prima (eso es cocina: ¡un frit de vísceras de pescado!) y la fidelidad a los productores locales. Concedo el I Premio Platonegro, que me acabo de inventar, a su arroz caldoso con congrio, mejillones, calamar y alcachofas, manjar de cuchara que formaba parte de uno de sus recomendables menús de mediodía a 18,50€. Tienen grifos de vinos naturales y arman sesiones vermuteras con su carta hecha bocados. Al lado de los juzgados.

 

Justo Miguel

Justo Miguel, patró-cuiner de Es Bullidor.

ES BULLIDOR. Cuando alguien se refiere con devoción a su madre y a su abuela, ambas cocineras, y eso es lo primero que hace al contarte su vida, es que vamos muy bien. Quien habla es Justo Miguel, cocinero que cocina (no es de cartón piedra) en el bar que abrió hace dos años junto a Paulova Sastregener en una esquina del Capitol, barrio palmesano cuyo nombre se debe a una sala de cine que se fundió a negro. Se puede ir a almorzar (callos, llonguets, tortillas), vermutear (ensaladilla, mejillones en escabeche casero, patatas bravas) o comer ‘a la pizarra’. No hay carta, sino «plats que van i venen»: lentejas con calamarcitos, estofado de sepia con allioli, carrilleras de cerdo, canelones multicarne, suquet de peix… Buenos arroces submarinos,  como el meloso de serrano y galeras. Junto al puente del tren.