~ GASTROMANÍA (22): ‘Lobster Soup’
Los últimos días de una vieja y cálida cantina de pescadores en un pequeño pueblo de Islandia llamado Grindavík. Desde 1974 se vienen reuniendo allí los lugareños para charlar, escuchar folk o jazz en vivo y tomar café (gratis) o un tazón de sopa de langosta, pero una mala tarde llegan los ubicuos inversores con sus inevitables planes horteras de mejora y ampliación… El documental Lobster Soup, de Rafa Molés y Pepe Andreu, cuenta ese triste epílogo, la agonía de un refugio cotidiano donde ponerse a salvo de las ventiscas de nieve y entrar en calor a base de tertulia y cuchareo. Tras darse un baño en la sopa humeante de la Blue Lagoon (a sólo 35 kilómetros), últimamente muchos turistas hacen parada y fonda en el Bryggjan en busca de esa otra sopa caliente que prepara Krilli desde hace 45 años (me encantan los lugares -tan infrecuentes- de una sola especialidad). Él y su hermano Alli, tabernero, trabajaban junto a otros treinta vecinos en la fábrica de redes de pesca, pero cuando ésta se vio abocada al cierre decidieron hacerse cargo de la cantina. Muchos años después empezaron a publicarse reseñas favorables en TripAdvisor, cebo infalible para viajeros internacionales y buitres emprendedores. Entre los parroquianos, siguen acudiendo fielmente un campeón nacional de boxeo y el traductor del Quijote al islandés. Una vez a la semana se celebra la Noche de las Crónicas, micro abierto a leyendas y anécdotas del lugar: ejemplo de transmisión oral y de sentimiento de comunidad, el mismo que crece con las nuevas señales amenazantes del volcán Fagradalsfjall. ¿Vamos hacia un mundo sin margen para lo humanamente cotidiano y en que toca a su fin todo lo acogedor?¿Nos precipitamos hacia un mundo tourists only?