~ VOLVER A GUISAR

Jordi Calvache, ahora en Can Valero.

Lo que un escritor quiere, es escribir, y no que le anden con compromisos, planes y presupuestos. Un cocinero quiere cocinar. Todo consiste en aplicar las familias léxicas: escritor, escribir; cocinero, cocinar; herrero, herrar… Jordi Calvache ha vuelto a los fogones, a la verdad de su oficio, con la apertura de Unbar d’Calvache, inaugurado hace tres meses en los confines de Can Valero. El chef volvió a la isla tras aguantar mecha durante quince meses en el Mandarin Oriental, de Barcelona, con cargo de executive sous-chef . Yo, esto, lo aplaudo hasta llagarme las manos: pasar de un hotel pijo a un bar poligonero (elegante, eso sí). En el Mandarin le asaban a gestiones y, como él mismo explica en pocas palabras, «para poner una patata frita, eran siete reuniones». Da gusto verle trajinar ahora en su nueva cocina vista, con el mandil puesto, friendo o salteando. Ayer comí allí un mix de sus dos menús, a 9,50 (el diario, con copa de vino) y 14 euros (el ejecutivo). Pincho de salmón ahumado, sopa de pescado con arroz, berenjena con jamón cocido, lubina a la plancha con verduras, pollo de corral con cuscús y jugo de vino tinto, y bizcocho con crema inglesa. Lo que importa -y cada vez más- es que la relación calidad-precio juega a favor del cliente. No hay que ir a buscar en estos menús las florituras que hacía Calvache en los hoteles Son Vida y Son Julià, donde estuvo de chef antes de marcharse a Barcelona. Para eso está su oferta de catering & banqueting, que incluye servicios de chef privado y menú custom (te cocina lo que le pidas). Buena noticia, la vuelta de este cocinero catalán y el hecho de que su cocina pueda disfrutarse ahora a precios tan filantrópicos.

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