~ VINO CALIENTE Y GUISO DE SALCHICHAS
Gracias a la oportuna recomendación del escritor Miguel Dalmau, que está en todo, me acerco a husmear al mercadillo navideño del Pueblo Español, un lugar que hasta hoy -de noche, bien iluminado y con mucho ambiente- nunca me había caído en gracia. Tampoco me había gustado hasta esta noche (¿será la edad?) el vino caliente o glühwein, mejunje consistente en vino aromatizado con azúcar, canela, clavo, ron y pieles de naranja y limón. Se hace un almíbar ligero con todo esto y luego se añade el vino. Está francamente delicioso: no sabe a vino barato, como los que antes había probado en Praga, Ámsterdam y otras ciudades con frío. El vino caliente es como la sangría, que puede parecer un despropósito, pero también puede ser un supremo placer de verano. Fundamental, para mí, que el vino sea bueno. Pruebo otros alimentos, ya que ese es mi trabajo: pan de especias, del Horno Helvético (Palma); crema de mazapán con miel, de la casa alemana Oro de Mallorca, que trabaja con almendra mallorquina; chutney de membrillo y azafrán, del restaurante El Patio (Port d’Andratx), y un rico goulash de salchichas y verduras con toque picante, que se marcan dos voluntarias. Lástima que no haya llegado el frío. La nieve que cae es de mentirijillas. Por suerte, no se oyen villancicos. Salgo silbando hacia casa por las callejuelas de Son Espanyolet, feliz como una perdiz, con otro vaso de glühwein entre las manos.