~ MARIA SOLIVELLAS, EN LA CUMBRE DEL CLIMA
Tratándose de predicciones meteorológicas, ¿quién no se fiaría más de un payés con arrugas que del hombre del tiempo? La sabiduría menguante de la Mallorca rural -vasta y profunda pero en vías de olvido- se colará en la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático gracias a la participación como ponente de Maria Solivellas, del restaurante Ca na Toneta. Invitada por el Ministerio para la Transición Ecológica, la cocinera de Caimari disertará el 5 de diciembre en la cumbre de Madrid acerca de un tema que domina de forma natural: el hedonismo responsable (como una de las bellas artes del activismo). Un asunto que ya trató junto al chef brasileño Alex Atala en el ciclo de debates Fixing de Future, celebrado este verano en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona. Tal como el payés que escruta y lee el cielo, Maria Solivellas se ha dedicado a estudiar durante años cómo sus mayores se relacionan con el medio natural y esa observación ha sido su principal fuente de inspiración. De hecho, nada más entrar en los fogones de Ca na Toneta, en 2001, rastreó la isla, finca por finca, en busca de semillas de variedades autóctonas a fin de crear su propia huerta. En su vertiente culinaria, el legado de nuestros antepasados ha de vincularse a aspectos tan decisivos como la estacionalidad y el aprovechamiento, dos factores clave del recetario popular, hijo del hambre y del calendario. Movida por esa particular filosofía gastronómica, Solivellas llegó a implicarse activamente en movimientos ecologistas hasta que se dio cuenta de que, por su autoexigencia de sacrificio, todo eso no iba con su talante de mujer mediterránea en una isla mediterránea. Prefería partir del placer y conectarse al cambio desde el hedonismo, otra forma -tal vez más positiva- de luchar por la biodiversidad y la soberanía alimentarias. La economía circular practicada espontáneamente por los payeses, su relación directa con la naturaleza o los oficios antiguos vinculados a la cocina -desde pastor a molinero- serán otras cuestiones que abordará en su comunicación, enmarcada dentro de un bloque temático sobre alimento y desarrollo rural.
Por otra parte, el restaurante Ca na Toneta, de las hermanas Solivellas, tendrá otro fin de año de lo más removidito. Si el pasado diciembre se teletransportó a la Rambla palmesana, el próximo día 10 abrirá sus puertas en el hotel Casa Bonay, del ensanche barcelonés (en su parte diestra). Será otra experiencia efímera, como la vida misma: hasta el sábado 21 de diciembre. Doce noches vivirá el bar Na Toneta, más o menos como un mosquito macho, en el espacio conocido como King Kong Lady. Abrirá a las seis y media de la tarde y pondrá desde banderillas picantes de hígado de cerdo o cocas saladas -como la de rebozuelos y panceta- hasta frito de zanahoria morada y botifarró, arroz de montaña (caldosito) o cochinillo de porc negre con salsa de granadas agrias: cocina popular mallorquina de otoño-invierno en el corazón de la República Inexistente. También estarán las sobrasadas tuneadas por Xesc Reina con curry o queso azul. Se podrá picar en compañía de buenos vinos por copas -seleccionados por la sumiller Evelyn de las Alas- o cenar copiosamente en plan prenavideño, pero nada de menú-degustación-con-maridaje-premium. Planazo para una escapada a Barcelona, sin miedo a la legión de terroristas con taca-taca ni a los temibles chorizos que te asaltan con katana de metro y medio en cualquier esquina. Allí estaremos y brindaremos para que los acuerdos sobre cambio climático dejen de ser de una vez por todas postureo y papel remojado.