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~ DE VIOLET A TÁRTARO

Toni Ripoll, chef del Tártaro,en Palma.

Toni Ripoll, chef del Tártaro (Palma).

El cocinero Toni Ripoll (ex Paladar) ha vuelto al ruedo de los fogones tras un año sabático. Acaba de abrir el restaurante Tártaro en el barrio palmesano de Santa Catalina, donde hay mucho de todo pero poco bueno. Lo que menos abunda, lamentablemente, es la cocina mallorquina, que este chef domina gracias a su abuela y a sus estudios en la Escuela Sindical de Hostelería. Allí tuvo como maestro a Tomeu Esteva y como condiscípulos, a Juan Romero, Juan Carlos Azanza, Toni Pinya o Joan Vicens: una promoción de grandes chefs. En 1982, abrió en Valldemossa el restaurante S’Arxiduc, donde fue pionero en cambiar la carta diariamente y en cocinar a la vista del respetable. Hacía merluza rellena de gambas y espinacas al calvados con crème brûlée salada. Ese mismo año se trasladaba al casco antiguo de Palma el restaurante Violet, fundado por Josep Maria Fló en una casa campestre de Cas Concos en 1977. Toni Ripoll admiraba a este gran cocinero catalán y ahora le rinde homenaje en la carta del Tártaro con su ensalada Violet, que lleva exquisitos riñones de ternera en finas láminas, manzana, arroz, lombarda pochada en cava y una salsa de mahonesa, tomate, mostaza y aceite de trufa. Fló tenía en carta -y de eso hace casi cuarenta años- caldereta de cigala real con codornices, civet de liebre con moras silvestres, lubina a las algas, que él mismo recogía diariamente en Cala Figuera… O perdiz al barro: albardada con tocino, envuelta en col, encerrada en arcilla, cocida al horno y servida a la vista del comensal. ¿Quién hace hoy esos platos en Mallorca? Tras una etapa de ocho años en la isla, Fló decidió regresar a Barcelona y retomar su carrera como publicista, especializándose en home economist o estilismo de alimentos. Su laboriosa y refinada cocina puede disfrutarse ahora en recetarios como Cocina mediterránea de fin de siglo, donde se me hace la boca agua con platos como los rollitos de ternera rellenos de paté de sesos y gorgonzola, el flan de manos de ternera y nabos con buñuelos de caracoles, los riñones de conejo salteados con alubias pintas estofadas y gelée de jerez o la lasaña de sepia en hojas de vid con criadillas de cordero en escabeche y trigo crujiente. ¡Que se quiten carpaccios y miniburgers al lado de todo eso! Toni Ripoll me cuenta que le gustaría hacer una cocina más elaborada y personal, pero no hay suficiente público (a la gente, no la sacas del frit y del sushi). Por ejemplo, preferiría hacer unas alcachofas rellenas con su correspondiente salsa y sus guarniciones y hasta su gratén, antes que unas alcachofas simplemente rebozadas, pero los clientes le piden esto último. Será cuestión de no hacerles caso y empezar a educarles el gusto. Por ahora, su gran baza es la cocina mallorquina de mercado (unas siete sugerencias del día) y su delicadeza en precios. Ejemplos de ayer mismo: guiso casero de albóndigas (7 euros), calamar a la mallorquina con su tinta, pasas, piñones y coliflor (8,50), dentón a la plancha (12)… Por encargo, arroces al gusto, tanto en ingredientes como en textura, del socarrat al caldoso. El nombre de Tártaro no le hace justicia, pero la fama es la fama y se ve obligado a poner carne cruda. Para los griegos, el Tártaro era una húmeda mazmorra del inframundo, nada que ver con la luminosa cocina de este honesto chef (y ex pinchadiscos) al que los ojos le hacen chiribitas cuando te cuenta un plato.

~ LUTO EN LAS BRASAS

Miquel Pujol trabajó 50 años en el Forn de sa Pelleteria.

Miquel Pujol, en su horno palmesano.

Doble luto hemos vivido estos días en AJONEGRO y en las gastronomías mallorquina y guipuzcoana por los adioses del pastelero Miquel Pujol, del Forn de sa Pelleteria (Palma), y del parrillero Pedro Arregi, fundador del asador Elkano (Getaria). Antes de entonar este doble réquiem y para compensar el lamento, quiero arrancar con una exclusiva en positivo para los gourmets mallorquines. El cocinero Toni Ripoll, que regentó durante quince años el Paladar, vuelve a las andadas, ahora en el barrio de Santa Catalina. A principios de marzo abrirá el restaurante Tártaro -nombre que responde a la fama de su steak tartar– en el local que ocupó Essència (Cotoner, 27) . Después de un largo año sabático, Ripoll regresa con su cocina mallorquina de temporada, esa que aprendió directamente de su abuela. Unos vienen, o vuelven, y otros se van, como decíamos, caso de Miquel de sa Pelleteria, que nos endulzó tantos momentos con sus ensaimadas y hojaldres. Tal como comentaba hace dos días en su facebook, a modo de homenaje, el actor y director teatral Josep R. Cerdà, su crujiente cremadillo (relleno de cabello de ángel y crema pastelera) es «la forma mallorquina de decir la magdalena de Proust». Sus ensaimadas tenían muchas versiones saladas: con bacalao y olivada, con queso tierno y confitura de tomate, con lomo y pimiento rojo e incluso con calamares. Su horno moruno de leña también acogió muchas lechonas para el atracón colectivo. El día 30 de junio de 2012 se jubiló y cerró su forn del casco antiguo de Palma, un negocio cuyo origen se remontaba a 1565.  Tres meses más tarde se estrenó el documental La vida dolça, sobre la última etapa de su vida laboral. «De un muerto, sólo hablan tres días», dice Miquel Pujol en esta cinta de Marta Alonso. Y ya llevamos cinco.

Pedro Arregi, fundador del asador Elkano (Getaria).

Pedro Arregi, fundador del asador Elkano (Getaria).

Y tres días antes, el 14 de febrero, nos dejó otra persona entrañable y muy querida por gourmands de todo el mundo: Pedro Arregi, fundador del restaurante Elkano, uno de los mejores asadores de Euskal Herria. En su parrilla de Getaria, y gracias a su ingenio, se asó en 1968 el primer cogote de merluza, un corte que hasta entonces sólo se usaba para hacer caldo. También fue pionero en el asado de pescados enteros y con su piel, como el rodaballo, con lo que conseguía un resultado mucho más jugoso que racionándolo. En la última edición de la guía Gourmetour (2010/2011), escribí lo siguiente sobre esta casa: «Los platos de este magnífico asador marinero no tienen nombre… y esa carencia lo dice todo: no haría falta carta. La familia Arregi se mantiene fiel al mejor producto y a la inmediatez de las brasas. No sólo pescados palpitantes, sino almejas, cocochas, angulas, chipirones de potera, zizas o setas de san Jorge, e incluso manzanas reineta o delicados guisantes lágrima, todo se acuesta al calor de la parrilla el tiempo justo». Por suerte para todos, su hijo Aitor tomó el relevo hace doce años y hoy patronea con entusiasmo esta nave que cumplió medio siglo el 15 de enero. La brasa está encendida.