Posts Tagged ‘ Sobrasada ’

~ PSICODELIA SIN COLORANTES

La delirante versión del 'trinxat' de Cesc Reina.

La delirante versión del ‘trinxat’ de Cesc Reina.

Según mi registro de salidas de 2012, el lunes 30 de abril llevaba 60 comidas fuera de casa. Y el lunes 30 de abril probé el menú más original en todo lo que va de año. Su autor: Cesc Reina, maestro charcutero gironí afincado en sa Pobla, donde tuvo un restaurante entre 2003 y 2005. Este añorado chef con pintas de profesor chiflado y un paladar mental fuera de serie se marcó en El Txoko, chamizo gourmet de Santa Catalina, un sopar-performance basado en la sobrasada. Arrancó con un trío de aperitivos: paté de cinco colores y corazón de sobrasada; botifarró con orejones, higos y piñones, y sensacionales piruletas de sobrasada a la cazalla (invento suyo). Siguió con la versión psicodélica de un clásico de su tierra: trinxat dulce de boniato y sobrasada en un mar de col y tomillo con violeta de verduras (un caldo). Otro cover delirante y mediterráneo: pamboli crujiente con manzana torrada al aroma de azahar, alcachofa y aceite de sobrasada. Más disparates con sentido: café con leche de manitas de cerdo y sobrasada (una crema) con ensaimada de canela (¡para mojar!). Y atentos al postre porque se supera: pasta de Nadal rellena de crema catalana quemada (casi indignada) con brownie de sobrasada, azúcares de especias (pimentón, curry…) y cucharilla de marihuana. Cocina sorprendente, con buenas dosis de humor, improvisación y gamberrismo, a cargo de un charcutero-repostero o chef-pintor que reapareció por la puerta grande. Como cantaba la Lole, en la cocina sin aditivos de Cesc Reina «todo es de color».

~ MADRID ME ENGORDA (y III)

Los tuétanos de Abraham.

Hubo más platos memorables en el festín del madrileño Viridiana, además de Los huevos de Abraham. De Abraham García, chef manchego que tuvo los huevos de calificar la guía del crítico Rafael García Santos de «tendenciosa, analfabeta y grotesca». Lo hizo en un encuentro digital convocado por elmundo.es y culminó su respuesta con esta frase: «No le sugiero que la queme porque deshonra al fuego». Desde luego, yo nunca escribiría cosas tan tontas como pureza sápida,  manjarosidad, excelsitud o inmaculabilidad sin intención humorística o directamente burlesca. El problema es que toda esa cursilería huera, rimbombante y hortera haya creado escuela. La cocina es algo mucho más inmediato, simple, popular, primitivo y salvaje. Un ejemplo: los huesos de caña de vaca o tuétanos al horno del Viridiana, plato de apariencia troglodítica y sin más aditamentos que unas tostadas de pan, un cuenco de sal gorda y una ensalada de granada y escarola. Hartarse de médula, así a pelo, es una experiencia que roza lo cavernícola. A la hora de la siesta, soñaré que me atacan cabezas de vaca retinta mientras navego en el estanque del Retiro. Me defiendo con los remos y cuando una de las cabezas cae abatida al agua, se convierte al punto en un cerebro espongiforme. Los atracones tienen sus riesgos. Antes de los canapés de tuétano, cayó un plato más sofisticado, sorprendente y mestizo: lentejas estofadas con curry de Madrás, centolla báltica y sobrasada de Mallorca. Otro de los grandes mil leches del festín de Viridiana fue el tamal relleno de rabo de toro con mole poblano cocido al vapor en una hoja de plátano de Tailandia. También destacó un delicioso pulpo gallego con cebolla roja y salsa de ají. Como demuestra en su libro De tripas corazón, la biblia de la casquería, Abraham García es un devoto de los despojos. Sus lenguas de cordero, fuera de carta, me dejaron claro que este chef arrollador guisa con las entrañas.