Posts Tagged ‘ Pedro Subijana ’

~ GASTROMANÍA (8): ‘Papeles de cocina’ (Fake)

Portada de 'Papeles de Cocina'.

Portada de Papeles de cocina.

El cocinero Artie Hersant planea abrir un restaurante efímero que simule ser de primer nivel, «respaldado por opiniones autorizadas (y compradas)», pero que en realidad sea una mierda. Lo cuenta en la revista Papeles de cocina, que dirige Andoni Luis Aduriz para la asociación Euro-Toques y que en su último número trata sobre mentiras, posverdades y trampantojos en la gastronomía. Para combatir esas ficciones fabricadas (falsificaciones o fakes), «hay que saber encontrar a los auténticos expertos» y evitar a los «meros transmisores de otro tipo de intereses», según anota en el prólogo Pedro Subijana. Precisamente una experta en mass-media y agricultura, Alana Mann, de la Universidad de Sidney, incide sobre la necesidad de apoyarse en fuentes de información creíbles y alerta sobre «el advenimiento del ciudadano-periodista que puede transmitir información de forma viral». Por su parte, la escritora gastronómica Ruth Reichl carga contra el bombardeo publicitario y se opone a que los gigantes de la industria alimentaria «digan a nuestros hijos lo que deben comer». En este sentido, el bioquímico José Manuel López Nicolás, de la Universidad de Murcia, señala que los famosos no deberían prestarse a publicitar productos no saludables. En otra de las entrevistas, el neurólogo Pedro Bermejo, especialista en neuromarketing, nos recuerda que las empresas «apelan a nuestra parte inconsciente, mediante referencias a las emociones y los sentimientos, para obtener beneficio». Volviendo al proyecto del chef Artie Hersant, su idea de crear un restaurante que sea, todo él, un trampantojo, me parece magnífica. La pregunta es: ¿será verdad lo que cuenta o sólo otra gastrotrola?

~ ¡CROQUETAS DE GIN-TONIC!

Pizarra a pie de calle en el centro de Palma.

Pizarra a pie de calle en el centro de Palma.

A veces, no sé para qué escribo. Supongo que será vicio, uno de tantos. Lo digo porque no haría falta añadir nada a la imagen que ha provocado este artículo. No está trucada. Es de un bar del centro de Palma que ofrece croquetas de gin-tonic. No diré el nombre para no hacerle propaganda. Confieso que no las he probado ni pienso hacerlo porque ya me imagino el disparate (mi paladar mental se rebela) y además sirven un jamón ibérico de pacotilla, más pálido y desaborío que un cirio. A mi maestro Antonio Vergara, lúcido gastrónomo y eterno abonado al gin-tonic, le pusieron una querella tras escribir que un salchichón «se aproximaba, por su rigidez, a los famosos pergaminos del Mar Rojo». Testificaron en su defensa Manuel Vázquez Montalbán y Xavier Domingo, y finalmente fue absuelto. La ironía no es delito o no lo era, al menos, en 1980. Pero volvamos a la pizarra y leamos de abajo a arriba. Es de celebrar que recuperen un aperitivo tan popular como el palo con sifón, en las antípodas de los gin-tonics hortofrutícolas y especiados que ahora te ponen en cualquier cantina de tres al cuarto. En cuanto a la croqueta, tenía que llegar. La moda acaba siempre en desvarío y las ocurrencias a costa del gin-tonic llevaban un tiempo bordeando el ridículo. Hay gin-tonic del día, gin-tonic con coupage de ginebras, gin-tonic con plancton (un invento del chef gaditano Ángel León), menús-maridaje a base de gin-tonics (un absurdo) y una tonta competición por ver quién acumula más marcas de ginebra. En un bar-restaurante de Gavilanes, villorio abulense de la Sierra de Gredos, descubrí una colección con más de setenta botellas, todo un mérito. He probado muchas cosas raras y hasta muy raras en estos últimos años, desde un risotto de pacharán y pasas de Corinto hasta el brillante gin-tonic en plato que Pedro Subijana creó a finales de los noventa, pero no probaré la croqueta de gin-tonic. Todo tiene un límite.

~ VIGENCIA DE LA NUEVA COCINA VASCA

Luis Irizar, patriarca de la Nueva Cocina Vasca.

Fue hacia 1978, quizás un año antes, cuando un grupo de catorce cocineros guipuzcoanos redactó el manifiesto de la Nueva Cocina Vasca. Entre ellos, el veterano y maestro era Luis Irizar. Los más famosos, al cabo de los años: Juan Mari Arzak, Karlos Arguiñano y Pedro Subijana. En dicho texto, proponen ¨investigar en caseríos, sociedades, etxekoandres [amas de casa], arrantzales [pescadores], etcétera, platos un tanto perdidos por el transcurso del tiempo […] sacándolos a relucir con el fin de que vuelvan a ser otra vez platos del recetario actual vasco¨. Otra de las premisas de la revolución blanca -como se denominó a este movimiento culinario- es ¨que la materia prima sea de primerísima calidad¨. A tal fin -deciden los cocineros- ¨nos ponemos de acuerdo con caseros [payeses], pescadores, etcétera, para que, por ejemplo, los primeros nos críen los pollos como se deben criar, garantizándoles su salida, y con los pescadores, pidiéndoles una serie de productos que antes no pescaban¨. Después de más de treinta años, movimientos como Slow Food siguen reivindicando esto último: la prioridad del producto autóctono (de la tierra) y local (criado en la tierra), y la colaboración solidaria entre productores y cocineros. En Mallorca, esta sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la restauración, donde se imponen masivamente los productos foráneos. Otra catástrofe gastronómica es que las recetas tradicionales hayan sido desterradas de la inmensa mayoría de restaurantes. La Nueva Cocina Vasca nació de la visión inspiradora de Paul Bocuse durante la I Mesa Redonda sobre Gastronomía convocada por Club de Gourmets en 1976. Su filosofía sigue hoy, por suerte y por desgracia, plenamente vigente.

~ LUBINA A LA PIMIENTA VERDE

Cati Cifre y Benet Vicens, retratados por Deborah Piña.

Comida con trufa en el restaurante Béns d’Avall Club de Mar, donde Benet Vicens y Cati Cifre nos informan sobre su oferta navideña. Llama la atención la buena relación calidad-precio de su menú de Nochebuena y Navidad to take away. Son tres platos por 30 euros y la recogida ha de hacerse antes de las seis de la tarde del día 24. De primero, hay sopa de Nadal o terrina de foie-gras de pato con brioche de especias; de segundo (me encanta comer tres platos), lechona asada con parmentier o lubina a la pimienta verde; de postre, tronco de navidad que puede ser de chocolate negro y avellana o de marron glacé y caramelo. Me emociona ver ahí el plato que el donostiarra Pedro Subijana se inventó en 1976 y que fue uno de los emblemas de la Nueva Cocina Vasca. El chef del Akelarre aplicó a un pescado que entonces no tenía prestigio la receta del clásico steak au poivre, inventada a principios del siglo XX. La cuento en modo exprés: rehogar chalota en mantequilla y marcar las supremas de lubina salpimentadas (un minuto por cada lado); añadir pimienta verde de Madagascar en grano, flambear con calvados y agregar una pizca de nata líquida (todo esto en otro minuto); hornear cinco minutos a 250 grados; reducir la salsa , rectificar de sazón y napar el pescado una vez emplatado. Hasta tres chefs franceses se disputan la paternidad de esta fórmula aplicada al lomo de vacuno. Uno de ellos, Emile Lerch sostenía que se le había ocurrido utilizar pimienta para reanimar el paladar de unos clientes norteamericanos que lo tenían siempre dormido de tanto beber cócteles.