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~ LO MEJOR (Y LO PEOR) DEL VERANO (I)

Las sopas mallorquinas del bar Bara.

Las sopas mallorquinas del extinto bar Bara.

1) Cuando acumulo varias noticias de distinto signo, nunca sé si empezar por la mala o por la buena. Bien pensado, si empezara por la buena, el artículo acabaría mal… Y como no me gusta dejar a nadie con mal sabor de boca, arranco, sintiéndolo muy mucho, con esa mala nueva: el cierre del bar Bara (Son Ferriol). En esta vieja fonda de carretera, que hubiera cumplido 60 años en 2018, siempre hacían lo mismo y siempre igual de bien: caminantes, pulpo encebollado, lengua con alcaparras, sopas mallorquinas, escabeche de pescado (cazón o raya), fritos de lechona y de cordero… Otro reducto del almuerzo de forquilla que baja la persiana por jubilación (y falta de relevo) mientras siguen proliferando los gastrobares y los huevos rotos. Tuve tiempo de volver a por un cuinat de lentejas y una cazuelita maestra de callos, perfumados con moraduix, unos días antes del cerrojazo.

2) También se ciernen rumores y amenazas de cierre inminente para otra vieja y querida casa de comidas, el restaurante y bar Lovento, del Port d’Alcúdia. Los insaciables teutones, siempre tan necesitados de espacio vital, van detrás del inmueble. Es el momento de tomar sepia con trempó, placer de verano, como preludio a un arroz seco de pescado y marisco, de sabor limpio y delicado, sin rastro de fondos ultramarinos ni de polvos cosméticos. Fundado en 1967, este negocio familiar resiste por el momento a los embates de la uniformidad con platos populares y eternos, como el arroz caldoso a la marinera o el lenguado a la meunière.

Pastel de cabracho, de la taberna Jai-Alai.

Pastel de cabracho, de la taberna Jai-Alai.

3) Otro plato que fue rabiosamente moderno y ya es viejuno es el pastel de kabrarroka (cabracho), popularizado por Arzak en los años 70 y fetiche de la Nueva Cocina Vasca. Disfruté este viernes de la versión (fiel, pero con la licencia de un papadum al comino) de la taberna palmesana Jai-Alai, donde Garbiñe Legarreta y Sandro Bruni llevan el timón de la cocina. Delicado, esponjoso y con sabor, como ha de ser un paté o una terrina bien trabajados. Según ha aclarado el chef vasco, su célebre receta fue una adaptación del pudin de merluza que servía el bar Astelena cuando era uno de los buenos de la Parte Vieja donostiarra. La marquesa de Parabere publicó la fórmula del budín de merluza en su enciclopedia culinaria de 1940. Un bocado perfecto para tomar en verano como entrante frío, con su pringue goloso de salsa rosa.

~ VIGENCIA DE LA NUEVA COCINA VASCA

Luis Irizar, patriarca de la Nueva Cocina Vasca.

Fue hacia 1978, quizás un año antes, cuando un grupo de catorce cocineros guipuzcoanos redactó el manifiesto de la Nueva Cocina Vasca. Entre ellos, el veterano y maestro era Luis Irizar. Los más famosos, al cabo de los años: Juan Mari Arzak, Karlos Arguiñano y Pedro Subijana. En dicho texto, proponen ¨investigar en caseríos, sociedades, etxekoandres [amas de casa], arrantzales [pescadores], etcétera, platos un tanto perdidos por el transcurso del tiempo […] sacándolos a relucir con el fin de que vuelvan a ser otra vez platos del recetario actual vasco¨. Otra de las premisas de la revolución blanca -como se denominó a este movimiento culinario- es ¨que la materia prima sea de primerísima calidad¨. A tal fin -deciden los cocineros- ¨nos ponemos de acuerdo con caseros [payeses], pescadores, etcétera, para que, por ejemplo, los primeros nos críen los pollos como se deben criar, garantizándoles su salida, y con los pescadores, pidiéndoles una serie de productos que antes no pescaban¨. Después de más de treinta años, movimientos como Slow Food siguen reivindicando esto último: la prioridad del producto autóctono (de la tierra) y local (criado en la tierra), y la colaboración solidaria entre productores y cocineros. En Mallorca, esta sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la restauración, donde se imponen masivamente los productos foráneos. Otra catástrofe gastronómica es que las recetas tradicionales hayan sido desterradas de la inmensa mayoría de restaurantes. La Nueva Cocina Vasca nació de la visión inspiradora de Paul Bocuse durante la I Mesa Redonda sobre Gastronomía convocada por Club de Gourmets en 1976. Su filosofía sigue hoy, por suerte y por desgracia, plenamente vigente.