Posts Tagged ‘ Miquel Julià ’

~ ENTREVISTA A ‘AJONEGRO’

El periodista 'Ajonegro' en un retrato de M

‘Ajonegro’, en un retrato de Miquel Julià.

Huraño y esquivo, pero fácil de tentar, Andoni ‘Ajonegro’ es un periodista o redactor raso (no tolera que le llamen crítico gastronómico) afincado en un suburbio de Palma. Desde la capital de Mallorca, isla célebre por su pasado esplendor turístico, lanza al mundo sus delirios culinarios a través del blog AJONEGRO. Lo fundó en 2011 y este año tan tonto, a diez días de las campanadas, ya ha superado las 41.000 visitas. 

-¿Qué es para usted la gastronomía?

-Dar un garbeo por el bosque en busca de espárragos trigueros. O ir picoteando moras silvestres por caminos igualmente perdidos y solitarios.

-¿Considera la cocina como una de las bellas artes?

-¡Ha dicho arte? Arte es el cuento Las grosellas, de Antón Chéjov, o una sarabanda para chelo de Bach. ¡No me venga con zarandajas!

-¿Cómo ve el futuro de la alta cocina?

-No le veo ningún futuro, al menos por el momento, ya que era una atracción turística y ahora está todo el mundo en casita. Sólo le veo un buen porvenir a la baja cocina, que es la popular, económica y casera.

-¿Cuál es su plato favorito?

-Eso tampoco se pregunta: huevos de corral fritos con patatas… ¡Y ajos!

-Y de los miles que habrá tomado en restaurantes, ¿cuál es el primero que se le viene a la cabeza?

-Una rodaja de merluza asada, de cuatro dedos de grosor -¡cuatro pulgares de carpintero!-, que me sirvieron en la Casa del Mar de Elantxobe hace 25 años. ¡Qué merluza! Merluzas así ya no se ven en los platos… No recuerdo la guarnición.

-¿Cuáles son sus superalimentos favoritos?

-Las sardinas y… ¡la mantequilla de pies de cerdo!

-¿Y si nos vamos al mercado negro?

-Todos los alucinógenos, desde tripis a hongos chiapanecos. No renuncio a los opiáceos -con mesura- y detesto la cocaína, antidroga para horteras y garrulos, ¡una auténtica estafa! La droga es perturbadora y lisérgica o no es.

Ajoblanco

Portada del número 1 de Ajoblanco.

-¿De dónde viene el nombre de ‘Ajonegro’?

-Es un homenaje a Ajoblanco, la revista ácrata que fundaron Pepe Ribas y otros ilustres pillastres en 1974. Resulta que un año antes, justo cuando Ribas anunció su proyecto, la pandilla estaba cenando ajoblanco en el restaurante Putxet, regentado en Barcelona por la malagueña Flora, esposa de un torero sin suerte.

-¿Qué es el amor para Andoni ‘Ajonegro’?

-¿A qué amor se refiere? ¿No será al sucedáneo ese de los tortolitos? Yo sólo admito y reconozco dos formas de amor: la amistad, que es la más desapegada, sutil y elegante, y el amor maternofilial, ejemplo de simbiosis.

-¡Siempre oscilando entre los extremos…! ¿Y qué me dice de esa fama de crápula?

-No haga caso: son meras habladurías. Ya he dejado las farras, los percebes y el gin-tonic de pepino. Me he vuelto doméstico y vespertino. En cuanto a las mujeres, como decía don Julio Caro Baroja, sólo me interesan «como sujetos pensantes».

-¿Se considera un influencer?

-En absoluto. Un influencer, según me cuentan sus víctimas, pretende que le pagues por colgar sus chuminadas. Antes se conformaban con pescar cuatro invitaciones, pero ahora ya quieren pasta gansa. Son unos sinvergüenzas. Yo, por el contrario, no hago más que perder tiempo y dinero con este envidiado y ruinoso oficio.

-¿No le gusta su oficio?

-Sí, pero no da de comer. De todos modos, como decía no sé quién, «es la forma más linda de ser pobre». Y una de las más divertidas.

-¿Le absorbe mucho la gastronomía?

-Sólo al mediodía, a la hora de comer. El resto de la jornada me dedico al consumo compulsivo de música, cine, literatura, tebeos y filosofía.

-¿No acostumbra a cenar?

-Sólo por imperativo laboral y en Nochevieja. Un día cualquiera, en casa, me conformo con la manzana de marras o con un yogur hiperespeciado. Me gusta mucho comer poco.

-¡Es usted un mentiroso compulsivo, señor Ajonegro!

-Y usted es muy libre de creerme o de no creerme. Por cierto, tendría que largarse… ¿No me dijo hace un rato que andaba con prisas?

-Disculpe una última pregunta. ¿Cuál será su cena de fin de año?

-No varío el menú desde hace dos décadas: pollo a l’ast con patatas fritas y abundante tintorro. ¡Y a las diez en el catre!

(Entrevista aparecida el 22 de diciembre de 2020 en Mwananchi, periódico tanzano en lengua swahili).

Otra portada de Ajoblanco (1977).

~ CIUDAD FOTÓFAGA

Picada de navajas en el bar Venecia.

Aperitivo inaugural en el Venecia. Foto: M. A. Cañellas

¿Qué es la gastronomía? No es, desde luego, la lista de los 50 Best. Ni los otros miles de restaurantes de culto, a 150 el menú. Tampoco los chefs repeinados que van de artistas, sientan cátedra y publicitan bazofia. Ni los grandes e inasequibles vinos. Yo veo más la gastronomía en esa caminata en busca de espárragos trigueros o de bígaros, siempre que luego se cocinen y disfruten. O en el paseo urbanita y cotidiano hasta el mejor pincho de tortilla. Más que en un michelin adusto y ceremonioso, celebraré la gastronomía en una tasca con buenas cazuelas (salseras) y parroquianos que cantan. Estoy más a gusto con un tabernero gruñón, pero generoso, que con un sumiller pedante y soberbio. Sin olvidar que la gastronomía es, antes que comida, alimento, semilla libre o cebo para el anzuelo. Gracias al proyecto fotográfico Tapetes i diretes, que ha coordinado Miquel Julià en el marco del festival PalmaPhoto, 27 autores ponen imagen a su visión de la gastronomía, en una obra coral, híbrida, heterodoxa, callejera y promiscua. La gracia genial está en que esas 27 fotos podrán verse -a partir de hoy y a lo largo y ancho de la ciudad- impresas en tapetes de papel. Tapetes de menú y tinto de verano. Este blog aporta los guiones a Gastronomicómicas, la colección de doce posavasos con viñetas del maestro Rafa Murillo. Hasta 35 bares y restaurantes se han sumado al desenfreno fotográfico. Desde inaparentes baretos de barrio, como el D. Toni (en Son Oliva) o la Quita Penas (La Soledat), hasta venerables mesones y bodeguitas del centro, como La Rambla o El Gallego, servirán sus botellines, chatos de vino, croquetas de pulpo o raciones de mollejas sobre esas 27 miradas iconoclastas. Si el insecto fitófago tiene por afición alimentarse de materias vegetales, durante un mes Palma será invadida por mamíferos fotófagos, devoradores compulsivos de imágenes y platos del día.

 

 

~ EMOCIONES GASTRONÓMICAS DEL AÑO

Escena infantil en la exposición 'Menjamiques'.

Jugando en ‘Menjamiques’. Foto: Juan Pérez

Por hábito, estupidez, manía o lo que sea, uno (yo) se pone, a estas alturas de diciembre, a hacer recuento del año. En mi caso, no diré que haya sido un año redondo, pero sí ovalado. Teniendo en cuenta que prefiero el huevo a cualquier otra cosa, incluyendo frutas perfectamente esféricas, el balance es muy bueno. Por sexto o séptimo año consecutivo, hemos asistido a la debacle de la alta cocina (expresión ya de por sí boba), cuyos últimos estertores se perciben desde hace tiempo sin necesidad alguna de auscultación. Hace dos veranos, el periodista Rafael García Santos, en modo agorero, me decía que dentro de unos años (pocos) no quedarán más de cien restaurantes de campanillas «en todo el mundo». No es un vaticinio errado. La gastronomía es un reflejo del mundo: los cuatro ricos, cada vez más ricos, y el resto, potaje. Buen año, como iba diciendo, sobre todo por la cantidad y calidad de cocineros -más o menos o nada famosillos- con quienes he tenido la gran suerte de conversar durante horas o segundos: Jean Louis Neichel, Mario Sandoval (ambos cocinaron fugazmente en Mallorca), Paco Morales (en Torralbenc, Menorca), Hilario Arbelaitz, Eneko Atxa, Edorta Lamo, Grégory Goulot, Enrique Medina, María Salinas, Enrique Pérez, Roberto Martín, Paco Parreño… 2013 empezó con buen pie, ya que me tocó presentar a la cocinera Maca de Castro en el congreso Madrid Fusión, tal vez el momento más emocionante del año. Puestos a escoger emociones gastronómicas, no puedo olvidarme de la exposición Menjamiques, del fotógrafo Miquel Julià, donde AJONEGRO se presentó en sociedad con sus pintxografitos y las sobrassadèliques de Cesc Reina. Ya estoy tramando el segundo sarao offline, donde los ingredientes volverán a ser tres: humor, irreverencia y sabor. Otro momento emocionante fue la comida junto al periodista José Carlos Capel en el restaurante de Santi Taura, que no se duerme en los laureles a pesar de los éxitos cosechados y por cosechar. También he celebrado, con emoción, la apertura de La Coqueria en el Mercat de Santa Catalina. Feliz idea de Katja Wöhr y Maria Solivellas, que han hecho -y además bien- lo que ahora todo el mundo dice que ya había pensado hacer. Y el año se está marchando airosamente, siempre con alguna sorpresa para el paladar, como la torteta a la brasa que probé hace poco en un tugurio de Aínsa, rodeado de paisanos desconocidos. En el otro extremo (el más lechuguino), lo más sorprendente ha sido ver a Gilbert & George presentando en Palma un reserva de la bodega Macià Batle. ¡Brindo con este tinto por un 2014 lleno de alegría y de platos de cuchara a menos de 6 euros!

~ OPERACIÓN SAYO (I)

'Sobrassadèliques' de Cesc Reina. Foto: Neus Morey

Las delirantes ‘sobrassadèliques’ del maestro Cesc Reina. Foto: Neus Morey

No doy abasto a la hora de contar la vorágine gastronómica en cuyo interior malvivo y perezco. Las experiencias se me acumulan, confunden y olvidan. Se me olvida incluso, al cabo de tres vinos, tomar apuntes, por no hablar de las dichosas fotos. Será que he aprendido a relajarme con tanto evento donde mover frenéticamente el bigote. Lo mío no es operación bikini, sino sayo. Pronto necesitaré una prenda gruesa y que me llegue a las rodillas (look Miguel Dalmau en verano) para esconder las toneladas de más y sudar a chorro. No hay nada peor que un flaco con barriguita y voy camino (bueno, sí, siempre puede haber algo peor: un flaco con barriguita y chepa, por ejemplo). Tengo tanto por contar, que al final me callo, pero intentaré rebobinar, hacer recuento, ver qué ha quedado de estos últimos días, pescar con las manos en la ciénaga de mi memoria.

1) Lo primero que sale a flote es el cuarteto de sobrassadèliques de Cesc Reina, que tuve el gustazo de presentar en la exposición del fotógrafo Miquel Julià, alias Menjamiques. Eran estas cuatro: la GreenPig, con espinacas a la catalana (pródiga en dátiles, orejones y otros frutos secos); la Paella africana, con arroz negro (hay que ser un genio para meterle gambas y tinta de sepia a una sobrasada); la Vella India, sobrasada viejuna al curry, y la Black Hole, con chocolate y jengibre. A modo de condimento, mejunjes varios, como el de mango en almíbar con pimiento choricero y pimentón ahumado, o el sirope de marihuana. Fue la primera gamberrada offline de AJONEGRO, que ya trama otra.

El sumiller Oliver Sinclair González, en plena acción, y el chef Grégory Goulot.

El sumiller Oliver Sinclair González sirviendo malvasía a Grégory Goulot, chef del Jumeirah.

2) También atrapo entre el lodo la deliciosa bullabesa de Grégory Goulot, chef del hotel Jumeirah, en el Port de Sóller. Tarda tres días en hacer la sopa, partiendo de un caldo de cangrejo, congrio y pescado de roca. Macera todo con verduras y  lo pone a fuego lentísimo. No falta el clásico pastis entre los condimentos. Y para darle cuerpo, agrega al final un puré de calabaza y naranja. La sirve con lomos de lubina salvaje y cabracho (cap roig, pescado que da nombre al restaurante puntero de este hotel) montados sobre un catre de verduras al dente y con la tradicional salsa rouille -elaborada aquí con erizo- para untar en finas tostas de pan al ajo y hacer barquitos. A 24 euros la ración, menos un 20 por ciento para residentes. El sumiller Oliver Sinclair González combinó esta trabajada bullabesa con un Ambarí, espléndido malvasía de Estellencs, y logró una simbiosis fuera de serie.

~ MIQUEL JULIÀ: ALTA COCINA DE BARRIADA

Un retrato firmado por Miquel Julià.

Un retrato ‘de mercado’ firmado por Miquel Julià.

Le he visto muchas veces en plena acción por las calles de Palma, con la mirada a punto y el gesto bien engrasado. A la que salta, pero no a la defensiva. Miquel Julià se encara con el instante, lo cita y dispara como quien se juega la vida. Se ha jugado, además, más de un guantazo, pero hasta el momento ha salido indemne, siempre con su pequeño botín de realidad colgado del hombro e inmediatamente olvidado. Tiene estrella. Esta noche inaugura Menjamiques, una exposición de contenido sociogastronómico, en la galería Fran Reus. Será uno de los platos del festival PalmaPhoto, bien orquestado por Fernando Gómez de la Cuesta. La de Miquel Julià, es una gastronomía pequeña, cotidiana, de bares de menú, escenas de mercado, comensales solitarios, parroquianos devotos, comedores de migas y migajas, transacciones a base de céntimos, antros donde aún se fía… Una gastronomía de cuartos, de dos perras, de a diez duros. Sin campanillas ni sumilleres. Sin aspavientos. Desde AJONEGRO estaremos arropando su insaciable mirada, en lo que será nuestra primera acción offline, tras un año y siete meses de vida. Y lo haremos presentando las delirante sobrassadèliques de Cesc Reina, maestro de los oficios de la carne y cocinero intermitente. Un genio de la gastronomía gamberra sobre quien ya hemos contado cuatro cosas en este blog. Sus sobrasadas locas nunca tendrán DO. El menú va que ni pintado con el imponente fresco que Tià Zanoguera, otro de los comensales de este festín colectivo, se ha marcado en la pared del fondo. Mireia, de Can Majoral, nos pondrá más de un vino, tal vez alguno de ellos prohibido. Richard Piccone, del Forn de la Missió, abundará en la sobrasada con sus crujientes cremadillos. AJONEGRO aporta también sus pintxografitos, una serie de disparates gastronómicos (no comestibles), caligrafiados e ilustrados por Flavia Gargiulo. Y la fotógrafa Maria Romagosa nos regala un divertido y brillante retrato de Miquel Julià, ávido fotoadicto a la alta cocina de barriada. Fran Reus pone la ironía y la paciencia, que no es poco.