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~ SANTI TAURA ABRE BARRA EN PALMA

Santi Taura.

Santi Taura abrirá en noviembre un bar en Palma.

Más que por firmar el catering de la tediosa recepción real de esta noche en el Palau de l’Almudaina -un rendibú tan carca y desfasado como la misma moñarquía-, Santi Taura vuelve a ser noticia por sus nuevos proyectos. Hay que anunciar, en primer lugar, que a partir de este otoño volverá a intentarlo en Palma. Tras la aventura fallida del Urbà (proyecto que no prosperó por los incumplimientos del hotelero implicado), Taura regresa a la capital con el estreno de una tasca basada en el buen producto, un poco a la manera alicantina y sus grandiosísimas barras: El Granaíno, La Sirena, La Taberna del Gourmet, Piripi, Nou Manolín… Las sublimes barras alicantinas son lugares sagrados para los adoradores del alimento a pelo, entre quienes me cuento, así que veo esa fuente de inspiración como algo muy atinado y altamente esperanzador. Desvirtuar o desfigurar un buen producto es la especialidad del mal cocinero. La tasca de Santi Taura abrirá en noviembre y ocupará lo que fue el restaurante Vinotinto, situado junto al Mercat de l’Olivar, otro lugar de culto para el gourmet cotidiano (las reinas de Lerdilandia usan la pescadería como photocall). Contará con un obrador de panadería y repostería en el sotano, un bar con treinta plazas y entrada desde la calle y un comedor de la misma capacidad en el primer piso. Si no hay cambios, se llamará Bodega Marçal, nombre vinculado por la ce trencada (cedilla) a sus otros dos proyectos en sendos hoteles: el Vicenç, en Cala Sant Vicenç, y el Llorenç, en la palmesana plaza Llorenç Villalonga (barrio de sa Calatrava, ¡quién te ha visto y quién te ve!), adonde trasladará el restaurante Dins. Estas dos aperturas se han aplazado hasta febrero de 2019, así que lo primero será la tasca. El día 27 de este mes será la fecha perfecta para brindar por todos esos planes e indagar sobre más detalles, ya que se celebrarán los 15 años de vida del restaurante Santi Taura en la villa zapatera (y exminera) de Lloseta. ¿15 años? ¿Puede ser que hayan pasado 15 años? ¡Ahí estaremos -si som vius- para felicitar una vez más a este artesano y genio de los sabores!

 

~ DE PESCADEROS Y PLUMILLAS

Sardinas. Foto: Sabina Pons

Sardinas en venta. Foto: Sabina Pons

Hace unos días, el escritor y académico de la lengua Félix de Azúa se refería despectivamente hacia los pescaderos, en unas declaraciones que le autorretrataron como letrado arrogante y clasista. Sobran en este país de pandereta y paella mixta los plumillas intransigentes, capaces de hacer chanza de un oficio artesano como el de pescadero mientras frecuentan las marisquerías más carcas con sus colegas patriotas y retrógrados. Cínicos de tres al cuarto, a los que les da igual todo. Vender pescado es un oficio tan digno como el de garabatear poemas novísimos o columnas de opinión rancia. Estuve la semana pasada en casa de una cocinera alicantina que nació, como ella dice, «en una caja de sardinas»: Mari Carmen Vélez, alma mater de La Sirena. Su madre tenía un puesto de pescado en el mercado de Elda y su abuelo (materno) era pescador y cocinero de barco. Ellos fueron sus dos grandes maestros. Cuando era niña, no había palomitas en los cines, sino cucuruchos de gambosí, y las pescaderías eran lugares vivos y respetados. Compartí con ella, en su bar-restaurante de Petrer, uno de los mejores arroces de la Comunitat Valenciana, un a banda liviano, de sabor limpio, sutilmente intenso, y sin las secuelas digestivas que dejan tantos guisos y artículos de prensa.

Sardinas con miso, de Bon Amb.

Sardinas con miso, de Bon Amb.

No fue el único arroz ni el único plato marinero que disfruté estos días por campos y orillas de Alicante. Por ejemplo, en el coqueto Bon Amb, de Xàbia, Alberto Ferruz se marcó una exquisita caballa al vapor de cítricos con coca de higadillos de pescado. Muy notable, el trabajo de Enrique García, sumiller de la casa. Otra explosión de sabor (y de tinta) se dio en los sepionets que tomé en el Piripí, una de las mejores barras de la provincia y más allá. En El Xato, fonda centenaria de La Nucia, Cristina Figueira entretejió un suculento arroz meloso de sepia y perdiz. Otro arroz memorable fue el de Casa Pepa, donde la tenaz Pepa Romans sigue en fogones a sus 72 primaveras: de cocochas de bacalao, coliflor y brócoli, entre meloso y caldoso. Algunos pensarán que demasiado llano y casero para un local con estrella desde hace quince ediciones, pero no es mi caso. Prefiero, con mucho, la sinceridad que se respira en esta casa campestre de Ondara, rodeada de naranjos, a la tontería de los chefs inasequibles, parapetados tras una remota agencia de marketing e incomunicación.

 

 

 

 

~ EXPLORANDO ‘LA TERRETA’ (I)

Los 'sepionets' del Piripi, a medio comer.

Los ‘sepionets’ del Piripi, a medio comer.

Acabo de regresar de un viaje por la terreta alicantina, donde me he asomado en cuatro días a catorce establecimientos a fin de no perderme nada y engordar unos kilos. Objetivo: preparar un reportaje sobre las mejores barras de la provincia para la revista Gourmets. He enredado en cervecerías de barrio, gastrobares, tascas, baretos de mercado y marisquerías de aúpa. Habrán caído unas sesenta tapas e incontables cortos de cerveza… Y aquí os cuento lo mejor de esta frenética ruta del taburete: 1 y 2) la ración de sepionets del Piripi, clásico de la capital emparentado con el Nou Manolín, donde probé los pajaritos de la huerta, una impecable fritura de cebollas tiernas; 3) las espardenyes de La Taberna del Gourmet, bulliciosa barra que regenta María José San Román, chef del Monastrell; 4) la espléndida ensaladilla de merluza, el arroz a banda y la navaja al vapor con vinagreta de dátiles y orejones, de La Sirena, el célebre restaurante de Mari Carmen Vélez en Petrer; 5) las cigalas al ajillo y la cordialidad de Bati Bordes en El Marino, de Dénia; 6) los langostinos fritos con tomate (salsa de las de antaño) de El Granaíno, inconmensurable barra de Elx; 7) la coca de sangacho de atún en semisalazón, pisto y cebolla encurtida, servida por Sergio Sierra en El Portal, taberna gastronómica de Alacant; 8) el pulpo sobre torrija de patata en ajada con gratén de all-i-oli, de La Barra de César Anca, también en la capital; 9) el pulpo frito de Ca Marta, cervecería de La Vila Joiosa, y 10) el figatell de sepia inventado por Miquel Ruiz, gran cocinero que abrió hace un año en Dénia El Baret de Miquel y a quien dedicaremos la segunda parte de esta doble entrega sobre la mejor gastronomía de mostrador en Alicante. Buen producto y buen ambiente, también en la cervecería El Cantó, un clásico del centro capitalino, y en Damasol, barecito pegado al mercado central de abastos. Conocía bien esta provincia gracias a un trabajo que hice en 2001 para el diario Levante y a posteriores visitas, pero esta ruta no habría sido posible sin las pistas frescas de tres colegas de oficio: Antonio Vergara, Nacho Coterón y Rafael García Santos. Vaya mi agradecimiento a este trío de fenómenos.