~ ALMUERZO DE CARRETERA
Una de las cosas que más me gusta y menos practico es el almuerzo matutino, l’esmorzar de forquilla (de tenedor) que tanto defendió Josep Pla, partidario de los hábitos horarios nórdicos. Si no lo hago, es porque trabajo en casa y llevo una absurda vida sedentaria de alto riesgo. Mi vida es tan mental que nunca sé si hace frío o calor y, claro, soy muy capaz de calzarme chanclas en febrero o calarme gorro en mayo, algo que tampoco resultaría extravagante en primaveras heladoras como esta. Ayer almorcé (un poco tarde, eso sí) en uno de mis lugares predilectos para tal menester: el bar Bara, de Son Ferriol, abierto hace 55 años. Está en la carretera de Manacor, a la altura del poblado indestructible de Son Banya, que gobierna la Paca, célebre matriarca de la droga recién absuelta por la Audiencia de Palma. Los viciosillos pueden aprovechar el viaje. Me gusta esta vieja y austera taberna porque tienen siempre lo mismo y siempre igual de bueno: callos, caminantes (manitas de cerdo), pulpo encebollado, lengua con alcaparras, escabeche de pescado (cazón o raya) y frito de lechona o cordero. Una ración con pan, olivas trencades (excepcionales), vino y café sale por 6 euros. Otras especialidades de la casa: sopas mallorquinas (en verano, con huevo escalfado), caracoles, bacalao y bollit (cocido autóctono) en dos vuelcos, primero la sopa. Después de un buen almuerzo tempranero (berenar, en Mallorca), de los de cuchillo y tenedor, no hace falta dedicar mucho tiempo a comer y puede adelantarse el horario de la cena, lo cual es muy saludable y además te deja unas cuantas horas de bendita galbana por delante. Lo de cenar sin mesura, poner el despertador y acostarse puede tener consecuencias fatales.