~ DELICIAS DE LENGUA
Los humanos somos y seremos siempre un desastre en materia de ortografía. Así nos suena, así lo ponemos. Y tan panchos. Siempre seremos, plagiando a Octavio Paz, unos «monos gramáticos». En el ámbito de la gastronomía escrita, son muchas las erratas y los errores (por no hablar de horrores) que me he encontrado, a cual más tronchante. Una vez, me atraganté de risa en una marisquería de barrio al ver que tenían «bambas a la plancha». Y hace años un cocinero famosillo me pasó una fórmula de pastelería entre cuyos ingredientes consignaba «seis cucarachas soperas de harina». Aunque es un soberbio analfabeto, le perdoné la vida y eché Cucal a su receta (no estaba tan de moda comer insectos). Un colega de facebook me cuenta que una camarera, al cantar el menú, decía «bisexuá» en lugar de vichyssoise, pero a viva voz no cuenta. Otro colega me manda foto de la carta de un restaurante chino que ofrece «buey del mal con sal y pimiento». Y una amiga apunta que en otra carta vio «envidias al roquefort». También hay costumbre de rebautizar con nombre de superhéroe, «Gordon Blue» («bleu» o «blu»), a los famosos escalopes rellenos de jamón y queso. En Mallorca, hay un clásico: escribir mal pa amb oli o pamboli (pan con aceite). Suele verse mucho como «pan boli», pero hay versiones más sofisticadas, como la de la foto: «pamh oli». Eso de pamh me suena a vietnamita, pero también son las siglas de la Perth Association for Mental Health (en Escocia). En otro bar de Palma, ofrecían «yonkillo rebozado» en lugar de jonquillo (nuestro chanquete). Hablando de todo esto, los amigos de la guía Youthing me mandan un vídeo del humorista y cantautor Ricky López cantando en directo El menú del bar Rambo.