~ DE ESTE OFICIO (I)
Puedo ser muy lento con las promesas, pero nunca las olvido. Hace meses acabé un artículo de este blog anunciando que contaría algo sobre mi oficio -el de plumilla gastronómico- y aquí estoy para cumplirlo. Voy a empezar desmontando tópicos.
1) Ser periodista gastronómico no es ser crítico gastronómico, ya que la crítica es sólo un género más del periodismo. Y a un buen periodista le toca hacer entrevistas, crónicas, reportajes, noticias, guiones, etcétera. Todo menos publirreportajes y demás bazofia publicitaria. Conclusión: es crítico únicamente cuando ejerce como tal y se pone a escribir una crítica gastronómica. Por tanto, me revienta que me presenten como crítico gastronómico. Yo soy, ante todo, redactor. Eso no quiere decir que no haya ejercido como crítico. Lo hice, con gran placer, como inspector provincial de Guipúzcoa para Gourmetour. Antes estuve cubriendo Menorca, Ibiza y Formentera para la misma guía del Grupo Gourmets. Lo único que me disgusta son las calificaciones y los rankings -a los que te obligan ciertas editoriales- pues no me va eso de enjuiciar y poner nota. Además, chefs y restauradores tienden a tomárselo demasiado en serio.
2) Los periodistas gastronómicos no somos ni tragones ni gorrones. Si bien es cierto que se cuenta con nosotros, en calidad de invitados, para presentaciones, maridajes, ferias, reestrenos y demás eventos más o menos tediosos, también lo es que el oficio nos cuesta nuestro buen dinerito. Más de una vez y de veinte y de cien veces, he chequeado un nuevo local por mi cuenta y riesgo, he pinchado y he pasado de escribir al respecto, perdiendo lo invertido. Otras veces, directamente, la editorial no se hace cargo de los gastos. Los editores, rizando el rizo de lo roñoso, están racaneando hasta límites insoportables. La excusa, como siempre, esta timo-crisis que tiene en los politicastros de turno a sus principales voceros.
Això està molt ben dit. Sí senyor…!
Muy interesante este punto de vista, lo seguiremos leyendo en las demás entregas, de las que veo dos más.
Quizá este problema se da en las profesiones que «coinciden» con lo que para otros, es puro ocio. Sin embargo cualquier actividad de ocio puede volverse contra el que la practica, sobre todo si es con desgana. Al final, todos los trabajos son duros y hay que educar al cliente, al otro, acerca de cómo funcionan realmente, en qué consisten, qué ventajas e inconvenientes tienen.
Gracias por estas entradas, son ilustrativas.