~ ¡MARCHANDO UNA DE ARAÑA!
La calidad de un producto, su capacidad para desprender sabor, no depende de su cotización en el mercado. Una cosa es el valor y otra, muy distinta, el precio. Tanto para trabajar con ingredientes pobres como con caprichitos de alta cuna, hay que poner oficio y sensibilidad. En caso contrario, puedes cargarte tanto un rodaballo salvaje -el faisán del mar- como una vulgar araña. Araña de mar, se entiende, ese pescado huraño, temido y condenado a ser pasto de ricos caldos. En su último menú del Jardín, Macarena de Castro le concede el protagonismo de un plato, acompañándolo de una juliana de tirabeques y un jugo de vainas. Un pescado tan sabroso tampoco necesita más compañía. Es sólo un ejemplo de la evolución en el estilo de esta joven e inspirada cocinera con estrella, cada vez más apegada a la despensa local y, por tanto, de temporada. En su sabroso revuelto de primavera, hay habas, berros, alcachofas, espárragos trigueros y zanahoria morada, la única pastanaga que se conocía en Mallorca hasta el siglo XVII. También tiene un plato de guisantes guisados con camaiot y cubiertos de un velo de hierbabuena sobre el que descansan cinco flores de romero. ¿Buenos tiempos para la lírica gastronómica? Desde luego, hay más sabor, más sentido y más compromiso en un plato así que en un foie-gras de Israel con arándanos o que en una absurda brocheta de vieiras con plátano.
O sea que el plato de guisantes a 20 euros… Así no se avanza.
No, no, ni mucho menos. El menú de once entregas más ‘petits fours’ y sorpresas varias fuera de guión, son 70 euros.